jueves, 25 de enero de 2007

CRÍTICA


LITTLE CHILDREN
Para los que nos gustó "in the bedroom" afrontar una nueva película de su director Todd Field era una alegría, pero después de disfrutar su segundo film se ha convertido en un director que se está labrando un hueco entre los grandes.
Ya el título, en versión original, porque los exhibidores españoles la han titulado "juegos secretos", nos indica que la temática de la película tiene que ver con los niños, y si bien es cierto, no es con los niños propiamente dichos sobre los que versa el guión, si no que se utiliza como una metáfora para describir el comportamiento que tienen los, que suponemos, adultos, participando en unos juegos envenenados que no los llevan a ninguna parte.
La labor detrás de la cámara de Field es espléndida, con unas escenas magníficamente diseñadas, ayudado por una modélica fotografía y un sencillo, pero efectivo, montaje. Field, en esta, no olvidemos, su segunda película, maneja extraordinariamente los tempos, los silencios y utiliza el magnífico guión, plasmado por el novelista en que se basa el film, Tom Perotta, para sugerir y reservar al espectador miradas, réplicas, para dotar de sutileza a su cine, cuando hoy en día lo sútil en el cine está en decadencia.
Pero, aparte de su dirección y guión, si algo destaca en "little children" son sus interpretaciones, pero más que de una forma individual, el trabajo de todo su reparto es excelente, si bien, dentro de él, si merecen destacarse tres superlativas interpretacines. La primera de ellas es la más obvia, la de Kate Winslet (¿alguna vez está mal esta mujer?) que da vida a esa mujer insatisfecha en muchos sentidos, que replantea las decisiones tomadas en su vida y se ve encerrada en una prisión que quizá ella misma ha construido.
Junto a la británica, en una interpretación absolutamente perfecta, está Patrick Wilson, un actor que parece no tener prisa en convertirse en una estrella, pese a que no le faltan cualidades. Aqui realiza una interpretación contenida, muy sugerida, de esas que parece que no se hacwe nada, olvidándose de histrionismos y estableciendo empatía con el espectador a un personaje, a priori desagradable, pero que él otorga un toque de vulnerabilidad. La contrapartida a esta interpretación es que este tipo de papeles no son reconocidos ni con premios ni con ceremonias.
Pero si hay alguna sorpresa, para mi, en la película es la interpretación de Jackie Earl Haley, en un personaje que ya desde el inicio sabemos que ni es el bueno, ni es agradable ni nos va a caer bien. Tiene escenas que ponen la piel de gallina, pero mejor no decir más, que cada uno lo descubra por si mismo. Sólo una cosa, el Oscar al mejor actor secundario se lo deberían mandar a casa en un paquetito sin votación previa.
Lo mejor: las interpretaciones de todo su reparto y el guión
Lo peor: que el gran público ni vaya a verla, ni aprecie su ritmo.
La escena: Jackie Earl Haley en la piscina.

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